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¿Qué es el tantra? La Vía

La palabra "Tantra" deriva de la raíz "tan" que significa amplitud, totalidad. Sugiere igualmente la trama de un tejido. Esta vía mística ha marcado profundamente el Budismo y el hinduismo conservando al mismo tiempo sus propias características shivaítas.

Transmitido por numerosos linajes, de los cuales algunos encuentran su fuente hace cinco o seis mil años en el valle del Indo, el Tantra es una vía no dual que llegó a su apogeo entre los siglos siete y trece, en el Reino de Odyana, en la vecina Cachemira y en el Assam, situado a las antípodas de la cadena del Himalaya. De Odyana, Padmasambhava introdujo el Tantra en el Tibet en el siglo ocho, mientras que en la misma época se difundía en toda la India y Nepal pero también en China, Japón e Indonesia.

Mi maestra, la yoguini cachemira Lalita Devi, pertenece a la escuela Kaula (la vía absoluta, la totalidad cósmica en el cuerpo del practicante) y al linaje Pratyabhijñâ del Tantra que, unida al linaje del Spanda, representa la vía tántrica más descarnada. Se refiere directamente a nuestra esencia original. Pratyabhijña significa « reconocimiento espontáneo » y Spanda: « estremecimiento, vibración interior » que emerge cuando el practicante se identifica con el cosmos.

El trabajo del yoga de Cachemira, descrito en el Vijñânabhaïrava Tantra, el texto más antiguo sobre el yoga que ha llegado hasta nosotros, es el de un reconocimiento espontáneo de nuestra esencia divina o absoluta que se traduce en el estremecimiento interior de la no dualidad. Esta vía es la que yo practico y enseño, es llamada también Sahajiya, o vía del despertar espontáneo.

La búsqueda tántrica tiene totalmente su eje sobre la idea de que no hay nada a añadir o a trocear al Ser, pues posee la esencia absoluta. Situado más allá del dogma, de la creencia, de la religiosidad, de los preceptos morales, es un ascetismo laico por excelencia, totalmente integrado en la realidad de la vida cotidiana. Es una vía femenina y esférica que incluye a la totalidad de los seres y reconoce plenamente la fuerza de la mujer. Es una vía de regreso a la fuente original, al ser embrionario que incluye la totalidad.

Abhinavagupta, el gran filósofo tántrico que vivió en Cachemira en el siglo diez, da en uno de sus poemas esta maravillosa definición de la vía absoluta:

"De entrada sitúate fuera de la progresión espiritual, fuera de la contemplación, fuera del discurso hábil, fuera de la búsqueda, fuera de la meditación sobre divinidades, fuera de la concentración y de la recitación de textos. ¿Cuál es, dime, la Realidad absoluta que no deja lugar a duda alguna? ¡Escucha bien! Cesa de agarrarte a esto o aquello y, residiendo en tu verdadera naturaleza absoluta, goza apaciblemente de la realidad del mundo".<br>

La aproximación de Abhinavagupta y de todos los maestros tántricos de la tradición Kaula es la de exponer la enseñanza empezando por la vía absoluta o la sin-vía (anupaya) para abordar seguidamente las tres vías tradicionales. Cada practicante puede así adquirir el conocimiento en el punto más alto al cuál tiene acceso

La sin-vía (anupaya)

"Una vez atravesado por una poderosa gracia, habiendo escuchado una sola vez la palabra del Maestro, él discierne la realidad absoluta por sí mismo, la absorción en Shiva es independiente de toda progresión", dice Abhinavagupta. Este ser, liberado sobre el terreno, no tiene ninguna práctica a cumplir, todo es expresión del "Yo soy"

La vía divina de absorción inmediata en Shiva/Shakti (sâmbhavopâya)

Si no se puede penetrar de golpe el absoluto, ciertos seres excepcionales son tocados por la gracia de una gran libertad que los conduce rápidamente a la identificación Shiva/Sakti. Es la vía del puro deseo, accesible a aquel cuyo corazón está abierto. Este héroe se zambulle inmediatamente en el universo no dual y no se encuentra nunca más con la confusión. Es la vía de un despertar espontáneo y definitivo que nada puede oscurecer. El tantrika se mantiene, vivo y alerta, en una unidad continua. Ya no existe más en él la diferenciación sujeto/objeto. Todo es sólo Consciencia vibrante en la cual emergen y desaparecen todas las huellas, todas las formaciones mentales, todo el sentido de la separación entre él y el absoluto. Es la esencia simple y desnuda del amor divino.

Este ser liberado se mantiene distendido, presente en toda cosa, inmerso en lo divino.

La vía de la energía de la razón intuitiva (sâktopâya)

Cuando el pensamiento dual se ha apaciguado, gracias a la iniciación directa de las diosas o a la enseñanza de un Maestro y de los textos sagrados, el tantrika "borra el olor de la dualidad" gracias a su razón intuitiva. Esta vía está más allá de los diversos yogas y las prácticas destinadas a afirmar al yogui en la percepción no dual. Este practicante ve toda cosa como igual a Shiva/Shakti. Todo es Consciencia. Los medios hábiles tienen relación con lo conocido, no pueden desvelar la Consciencia. "Todo lo que es prescrito o prohibido no puede servir de acceso ni obstruir la vía de la suprema Realidad", dice Abhinavagupta.

Este yogui se da cuenta de que no está ligado por el acto kármico, que no hay impureza ni dependencia y que nada ni nadie puede privarle de Consciencia. "Entonces, penetrado por la identidad del Ser y de la Consciencia, del cuerpo y de la Totalidad, él es el igual del Divino"

La vía del individuo y de la práctica (ânavopâya)

Aquí, el acceso se hace mediante los diversos yogas: meditaciones, visualizaciones, prácticas enseñadas en el Vijñanabhairava Tantra. Progresivamente, el practicante se libera de la dualidad, de los nudos íntimos que impiden la eclosión de la Consciencia, de las rutinas circulares, del miedo, de la angustia y del sentimiento de ser un individuo aislado. Poco a poco el ego se distiende, la presencia se convierte en continuada, la Consciencia emerge y la no-diferenciación del tantrika y del universo prepara al yogui a la vía de la razón intuitiva.

Estas tres vías no constituyen etapas, todas conducen a la Consciencia. La enseñanza no las utiliza sinó que las mezcla en función de cada practicante, de cada instante. "Sólo el amor es divino en esta vía sin ilusión. Ningún yoga, ninguna ascesis no pueden conducir a él".

Para una visión más completa de estas vías, leer:

Abhinavagupta, La lumière sur les tantra, chap. 1 à 5 du Tantrâloka, traduits et présentés par André Padoux et Lilian Silburn, Publications de l'Institut de civilisation indienne, diffusion De Boccard, 11 rue de Médicis, 75006 Paris.

Tres vías, tres maneras de meditar

El primer maestro tántrico que encontré en 1967 era el jefe espiritual de los Nyingmapa, el gran Maestro de Dzogchen, Dudjom Rimpoché. Vivía en Kalimpong y estando la zona limitada a una visita de tres días por causa de los problemas fronterizos con China, Dudjom Rimpoché me enseñó simplemente tres formas de meditar que corresponden al tantra de Cachemira y de Oddyâna, tal y como Padmasambhava lo introdujo en el Tibet en el siglo VIII

1. La no-meditación

"Instálate confortablemente en la calma y el silencio, siéntate con la espalda bien erguida, perfectamente distendido, con la respiración natural, suave y silenciosa, y sitúa tu atención en un estado de presencia absoluta sin que la mente vague en los tres tiempos. Es el estado natural de la mente que permanece espontáneamente en el estado de no-distracción, de no-producción, de no-meditación".

2. La meditación del Corazón

"Si no puedes entrar de golpe en este estado, concéntrate en una letra de un rojo radiante, en el centro del corazón, del tamaño que te parezca apropiado. Que esta imagen sea vivamente presente, sin esfuerzo. Que ella absorba toda tu atención"

3. La concentración y la tranquilidad

"Si esta meditación es difícil, toma un objeto simple como una piedra o un trozo de madera, ponlo delante tuyo, dirige tu mirada sobre el objeto sin pestañear, no dejes que ninguna otra cosa ocupe tu mente y establécete en la presencia, de una manera natural y distendida. Mira todo lo que se te pueda presentar sin cogerlo y gradualmente alcanzarás la paz. Todo lo que surge se libera naturalmente, sin esfuerzo de tu parte. Pronto ya no podrás salir de este estado no conceptual e incluso no tendrás ni el deseo de moverte. Será el signo de que te familiarizas con el sosiego y llegarás a la espontaneidad".

Esta enseñanza dada a un completo neófito fue para mí muy preciosa y nunca he encontrado nada más simple ni profundo. Aún hoy, practico y enseño de esta manera.

¿Por qué sentarse a meditar?

Meditar es acceder a la parte más profunda de nuestro ser que, no contaminado por nuestra cultura, nuestras creencias, nuestras experiencias, nuestro sentido del ego y de la separación, se sitúa más allá de toda escisión entre nosotros y el absoluto. Es descubrir en uno mismo el espacio y la totalidad situados por encima del pensamiento diferenciador. Es "borrar el olor de la dualidad" reencontrando el estado natural de la mente.

¿Cuál es nuestra práctica?

Es vaciar la mente del apego a formas fijas restituyendo al cuerpo su lugar real. El cuerpo atrapa naturalmente la no dualidad mientras que nuestra mente no puede ni concebirla. "El cuerpo está colmado de todas las vías, lleno de diversas modalidades de tiempo y el lugar de todos los movimientos espaciales. El cuerpo custodia en sí mismo todas las divinidades. Aquél que penetra este cuerpo alcanza la liberación", dice Abhinavagupta.

Vivimos el instante en la presencia no-mental, en la presencia desnuda ante la realidad, que destapa la espontaneidad. En fin nace un júbilo que ya no depende más de las circunstancias exteriores. Entonces alcanzamos la libertad.

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